La he visto en mi casa del pueblo desde que era pequeña y siempre que intentaba jugar con ella mi abuela nunca me dejaba usarla por si se rompía. Era como ese pequeño tesoro que mi abuela guardaba y cuidaba, y no es para menos, con ella regaba la parra de mi abuelo, que no sé si era más sagrada que la regadera.
Al final y después de los años...me quede con la regadera y la cuido y la trato como lo hacía mi abuela, a la que le debo además del nombre, mi gran afición por la costura.
La verdad es que cuando la vi en el pueblo dije esta es mía... me fui a comprarle unas flores preciosas, le cosí una cinta en los mismos tonos de las flores y ahí la tengo como si jamás se hubiera utilizado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario